No Hago Milagros, Acompaño Caminos
Como consejera profesional, no es que sea exigente de más, pero sí soy muy selectiva con las personas con quienes creo que puedo trabajar verdaderamente.
He acompañado a clientes desde los 9 hasta los 85 años. Aunque no siempre se logran todos los objetivos, siempre pongo el corazón en el proceso. A veces he sentido que, por más que quiera, no puedo hacer milagros… pero también he aprendido que mi papel no es hacer magia, sino acompañar con integridad. Estos son algunos principios que, con el tiempo, se han convertido en la base de mi práctica:
1. Establecer una relación terapéutica sólida y de confianza. Sin una alianza auténtica, es difícil avanzar.
2. Enseñar el “abecedario” de la salud mental. Comenzar con lo básico para abrir la puerta a nuevas formas de entenderse y vivir.
3. Poner el corazón en cada encuentro. Me esfuerzo porque mis clientes sientan que estoy con ellos. Soy transparente, y cuando es útil, comparto algunas experiencias personales para ayudarles a normalizar su proceso.
4. Normalizar las emociones. Sentir está bien. Llorar, enojarse, frustrarse… todo forma parte del proceso humano.
5. Respetar el ritmo del otro. Nunca presiono para que compartan más de lo que pueden o están listos. El respeto es clave.
6. Cerrar el proceso de forma consciente. La “graduación” llega cuando ambas partes lo sienten así. A veces quedan temas pendientes, pero el objetivo no es una “sanación total”, porque eso no es realista. Lo que sí es posible es destrabarse, comenzar el camino y aprender a volar con sus propias alas.
Amo verlos volar con tenacidad. Claro, no todos llegan a ese punto, pero siempre espero, de todo corazón, haber sembrado semillas de esperanza. Que recuerden que estuve ahí, que los vi, los escuché, y que guardé un espacio seguro mientras encontraban fuerzas para continuar.
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